martes, 15 de mayo de 2012

La carta que uno nunca espera escribir


En la vida de toda persona existe un momento en el cual siente que está escribiendo un texto, una carta, aun cuando la misma haya dejado de usarse hace tiempo, que es la nunca hubiera querido escribir. Solo las vueltas de la vida o vaya a saber qué extraño acontecimiento futuro pronostique si habrá otra carta igual o será la última. Aun cuando fuera la última tendría al menos el valor de ser única.
Será que uno nunca está preparado para terminar una relación. Será que continúa enamorado a una figura pretérita, olvidada en un cajón de los recuerdos. Será que la tristeza, con esa fugacidad particular que la caracteriza, tiene la capacidad para sacarte de lo que estabas haciendo y sumirte en una espiral de recuerdos que se azotan contra alguna pared del cerebro pidiéndote a gritos que te abras la cabeza para dejarlo respirar. Y como uno no lo hace, porque la pulsión de vida es más fuerte y vigorosa se aloja en el musculo blando del corazón, desde donde es dueña y señora de las emociones. No necesito ponerle a toda esta perorata signos de pregunta, porque no quiero saber las respuestas. Prefiero liberar todo lo que se pueda este texto de convencionalismos literarios. Sobre todo sabiendo que vos trabajas de las letras.
Hay dos cosas que no puedo dejar de pensar. Una es casi un esnobismo literario. No podría nunca salir con una mujer que no haya leído Rayuela. Porque no puedo dejar de pensar que si no lo hizo no tiene la capacidad intacta para soñar. Y yo no quiero estar con alguien que no pueda soñar. La otra es dejar de pensar la felicidad que sentí con vos en cada uno de los viajes que hicimos.
Me robaste la capacidad para disfrutar de cualquier viaje que no sea al lado tuyo. Es por eso que no pienso en vacaciones, viajes o escapadas. Me duelen. Me traen recuerdos. Y uno normalmente si le quiere escapar a los dictados de la tristeza que opera decididamente desde su base en el corazón, debe olvidar. Es terrible lo que estoy a punto de afirmar, pero Nietzsche tenía razón. Sin capacidad de olvido no puede haber ninguna felicidad, ningún presente. La memoria, emplazada en el cerebro, es un adminiculo de la razón. La felicidad, desde su sustancia volátil, es propia del corazón.
La cuestión pasa por tomar una decisión. Saber qué hacer. Mendigar por los apagones del Eterno resplandor de una mente sin recuerdo o alojar a la tristeza como huésped sin contrato de vencimiento en algún resquicio del ser. Shakespeare le pifio. Le pifio feo. Ésta es la cuestión.

6 comentarios:

  1. Creo que acá está el por qué del poema de Girondo, aunque capaz esté diciendo cualquier cosa. En cualquier caso, hay que soltar todo.

    Abrazo

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  2. Fuerte, intenso, jodido tema el del olvido, la memoria, los recuerdos, las despedidas, los des-amores...en muchas de estas cosas se nos pasa la vida, creo que todo dolor puede entrañar sabiduría, ¡pero es tan difícil soportar la carga hasta lograr alguna especie de duelo! lo que lamento mucho es que hayas perdido la capacidad de disfrutar de un viaje, deseo que vuelvas a recobrarla, como así también, la capacidad para volver a amar...no creo que exista una solución mágica, una maquinita como la de la peli el eterno resplandor..., pero creo que, más allá de que en muchos instantes el dolor por una pérdida irrecuperable nos siga atravezando durante toda la vida, ese dolor puede disminuir en intensidad una vez que, más torpe o menos torpemente, aprendemos, un poquito al menos...a controlarlo. (Experiencia propia..)

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    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo con respecto en aprender a controlar el dolor. La máquina para borrar la mente, sería igual, una buena invención…
      Con respecto a los viajes, espero sea una sensación pasajera. Realmente disfruto mucho de hacerlos, pero la verdad no me encuentro de demasiado ánimo ni siquiera para planearlos.

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    2. “Toda nuestra potencialidad y nuestros esfuerzos deben estar puestos en potenciar nuestra voluntad como instrumento para alcanzar la felicidad”. Yo te escribí esa frase para describirte la fuerza de la voluntad para salir de situaciones complicadas. Es paradigmático que hoy tenga que volver a ella para usarla de guía.

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Susurros de otros mundos