jueves, 17 de mayo de 2012

La mirada invisible



La adaptación cinematográfica del libro “Ciencias morales” de Martín Kohan, fue llevada adelante por el director Diego Lerman. Ganadora de un par de premios y presentada en el festival de Cannes, nos encontramos con un minucioso trabajo de orfebre. Una labor de relojería que nos permite espiar en el interior de los muros del colegio más antiguo y tradicionalista que tiene Buenos Aires, su reconocido colegio Nacional.
Hacia adentro de esta fortaleza del saber nos encontramos con María Teresa, una joven preceptora, de pulcritud reluciente, vida monótona y costumbres repetitivas, impecablemente interpretada por Julieta Zylberberg. Una supernumeraria gris del sistema institucional educativo, imperante en 1982.
La pulcritud, el ordenamiento, la total y absoluta disciplina se asemejan por momentos a los de una institución carcelaria. Y es que la historia busca mostrarnos un desdoblamiento de lo acontecido. Por un lado las prácticas represivas de la institución para con los estudiantes. Por otro el blindaje del colegio para con el afuera.
Si las practicas de contención del orden instituido son eficaces es por sobre todas las cosas por la internalización de las reglas y normas que los carceleros investidos de preceptores llevan adelantes. Nuestra protagonista nos devela la constante devoción puesta hacia mejorar las practicas persecutorias, efectivizar sanciones y lograr métodos de inteligencia y recolección de datos más sutiles. Tal vez sea por eso que el director haya decidido cambiar el nombre de la obra original. La mirada invisible es el perfeccionamiento de la coacción ejercida por María Teresa. Ese constante perfeccionamiento la lleva al paroxismo de sentir un leve olor a tabaco, suave, sutil. Rápidamente esa sensación le remite a una infracción de las normas y reglas del conjunto del estudiantado hacia la propia institución. Esa internalización propia de quien busca superarse en los métodos establecidos de control la lleva a esconderse en el baño de los varones, a quienes se dedica a espiar meticulosamente. Ese perverso juego de búsqueda de la infracción moral, la sumerge en un obscuro y excitante juego. Es la excitación de quien se sabe poderoso con el lugar y el papel que ejerce y ocupa, con su función.
El desdoblamiento de la película nos marca también, lo desligado que esta el colegio con la sociedad que esta por fuera de los muros que lo contienen. Solo al final de la misma podemos escuchar ciertas manifestaciones callejeras que vienen a romper con la monotonía monocorde y monocromática de la actividad académica.
Un párrafo aparte debe ser destinado al señor Biasutto, jefe de preceptores. Acaso sea la demostración empírica que el régimen carcelario también azoto las aulas de varios colegios durante la última dictadura militar en la Argentina. La interconexión entre ambos personajes, forjada en una devoción de María Teresa hacia las practicas y el nivel de inflexibilidad de Biasutto para con las mismas, cimentan una relación que sostendrá el argumento de la película, dándole un final a la misma emparentado con el desenvolvimiento de la historia nacional. Es que acaso la joven preceptora represente a la perfección a una gran porción de la clase media capitalina de esos tiempos, y muestre a las claras su transfiguración conforme se desenvuelve la película.  
Si el libro de Werner Pertot y Santiago Garaño, “La otra juvenilia”, muestra a las claras la ebullición de pensamiento y militancia que se vivía en el Nacional Buenos Aires antes del 24 de marzo de 1976, el libro de Martín Kohan hace un paneo pormenorizado de cómo todo ha sido arrasado. Acaso el gran merito de la película sea lograr transmitírnoslo con imágenes elocuentes.
Acaso no sean casualidad lo que nos transmiten las cifras oficiales: el 69.3%  de las víctimas del terrorismo de Estado tenían entre dieciséis y treinta años.  

Ficha técnica:

Película: La mirada invisible

Dirección: Diego Lerman

Año: 2010

Duración: 92 minutos

Interpretación: Julieta Zylberberg (Marita), Osmar Núñez (Biasutto), Marta Lubos (Adela), Gabriela Ferreiro (Elvira). 

Guion: María Meira, Diego Lerman; basado en la novela “Ciencia morales”, de Martín Kohan.

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