La
adaptación cinematográfica del libro “Ciencias morales” de Martín Kohan, fue
llevada adelante por el director Diego Lerman. Ganadora de un par de premios y
presentada en el festival de Cannes, nos encontramos con un minucioso trabajo
de orfebre. Una labor de relojería que nos permite espiar en el interior de los
muros del colegio más antiguo y tradicionalista que tiene Buenos Aires, su
reconocido colegio Nacional.
Hacia
adentro de esta fortaleza del saber nos encontramos con María Teresa, una joven
preceptora, de pulcritud reluciente, vida monótona y costumbres repetitivas,
impecablemente interpretada por Julieta Zylberberg. Una supernumeraria gris del
sistema institucional educativo, imperante en 1982.
La
pulcritud, el ordenamiento, la total y absoluta disciplina se asemejan por
momentos a los de una institución carcelaria. Y es que la historia busca
mostrarnos un desdoblamiento de lo acontecido. Por un lado las prácticas
represivas de la institución para con los estudiantes. Por otro el blindaje del
colegio para con el afuera.
Si las
practicas de contención del orden instituido son eficaces es por sobre todas
las cosas por la internalización de las reglas y normas que los carceleros
investidos de preceptores llevan adelantes. Nuestra protagonista nos devela la
constante devoción puesta hacia mejorar las practicas persecutorias,
efectivizar sanciones y lograr métodos de inteligencia y recolección de datos más
sutiles. Tal vez sea por eso que el director haya decidido cambiar el nombre de
la obra original. La mirada invisible es el perfeccionamiento de la coacción
ejercida por María Teresa. Ese constante perfeccionamiento la lleva al
paroxismo de sentir un leve olor a tabaco, suave, sutil. Rápidamente esa
sensación le remite a una infracción de las normas y reglas del conjunto del
estudiantado hacia la propia institución. Esa internalización propia de quien
busca superarse en los métodos establecidos de control la lleva a esconderse en
el baño de los varones, a quienes se dedica a espiar meticulosamente. Ese
perverso juego de búsqueda de la infracción moral, la sumerge en un obscuro y
excitante juego. Es la excitación de quien se sabe poderoso con el lugar y el
papel que ejerce y ocupa, con su función.
El
desdoblamiento de la película nos marca también, lo desligado que esta el
colegio con la sociedad que esta por fuera de los muros que lo contienen. Solo
al final de la misma podemos escuchar ciertas manifestaciones callejeras que
vienen a romper con la monotonía monocorde y monocromática de la actividad
académica.
Un párrafo
aparte debe ser destinado al señor Biasutto, jefe de preceptores. Acaso sea la
demostración empírica que el régimen carcelario también azoto las aulas de
varios colegios durante la última dictadura militar en la Argentina. La
interconexión entre ambos personajes, forjada en una devoción de María Teresa
hacia las practicas y el nivel de inflexibilidad de Biasutto para con las
mismas, cimentan una relación que sostendrá el argumento de la película,
dándole un final a la misma emparentado con el desenvolvimiento de la historia
nacional. Es que acaso la joven preceptora represente a la perfección a una
gran porción de la clase media capitalina de esos tiempos, y muestre a las
claras su transfiguración conforme se desenvuelve la película.
Si el libro
de Werner Pertot y Santiago Garaño, “La otra juvenilia”, muestra a las claras
la ebullición de pensamiento y militancia que se vivía en el Nacional Buenos
Aires antes del 24 de marzo de 1976, el libro de Martín Kohan hace un paneo
pormenorizado de cómo todo ha sido arrasado. Acaso el gran merito de la
película sea lograr transmitírnoslo con imágenes elocuentes.
Acaso no
sean casualidad lo que nos transmiten las cifras oficiales: el 69.3% de las víctimas del terrorismo de Estado
tenían entre dieciséis y treinta años.
Ficha
técnica:
Película: La mirada invisible
Dirección: Diego Lerman
Año: 2010
Duración: 92 minutos
Interpretación: Julieta Zylberberg
(Marita), Osmar Núñez (Biasutto), Marta Lubos (Adela), Gabriela Ferreiro
(Elvira).
Guion: María
Meira, Diego Lerman; basado en la novela “Ciencia morales”, de Martín Kohan.
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