Balzac incorpora una palabra nueva al léxico del parisino: flâner. Este término, cuya traducción sería “vagar”, “callejear”, implica mucho más de lo que señala la acepción castellana. Como el propio Balzac escribió en sus comienzos: “¡Oh flâner en París! flâner es una ciencia, es la gastronomía del ojo. Pasear es vegetar, en tanto que flâner es vivir”. Durante sus vagabundeos, Balzac se convierte en un radar viviente, un observador agudo de todas las formas de la realidad parisina: los grandes panoramas contemplados desde lo alto, las plazas, los bulevares y las callejuelas, las zonas animadas y las zonas muertas, los comercios, los restaurantes, grandes y pequeños, los hoteles de paso, nada escapa a su ojo cámara. Ni tampoco la gente, claro, sus gestos, sus vestimentas, sus tics, sus acentos y silencios. Cazador de lo nimio, más allá de la captura de estos detalles, Balzac concibe una visión de conjunto de París, una visión intuitiva, poética, y que evoluciona a medida que construye el gran proyecto de La Comedia Humana.
Recién en la poesía de Baudelaire el tema de la muerte se funde con la imagen de París. De allí que a partir del París baudeleriano (muy en particular de los Tableaux Parisiens y Le Spleen de París) se pueden vislumbrar los elementos estructurantes de la modernidad.
Es en el seno del mundo establecido donde Budelaire afirma su singularidad. El poeta francés es quien mejor interpreta el sentido principal del término, Baudelaire, que en su poesía postulaba la desaparición del yo, ha desaparecido detrás de su distinción: solo muestra la diferencia que lo oculta y mientras sea distinguido, nadie lo verá. Para ello necesita de un escenario adecuado, y nada mejor que una gran ciudad. Por ejemplo, París.
Esto que figura arriba, son diversos extractos sacados del libro, “Relatos de París”, perteneciente a la colección Lectores en viaje. Posee varios volúmenes que son relatos de diversos escritores que han decidido plasmar en el papel lo visto, sentido, apreciado en cada ciudad. Son ampliamente recomendables.
Elegí éste en particular, porque el termino flâner me es increíblemente atractivo. Puedo asegurar que Buenos Aires comparte con París mucho del alma del flâner. Sus calles, sobre todo las de San Telmo, son caminos trazados por el imaginario de los escritores, que tanto en un caso como en otro pueden ser apreciados vagando sin rumbo por sus hermosas y estrechas calles.
“Antes que una ciudad del mundo real, Paris, para mí como para millones de otras personas de todos los países, ha sido una ciudad imaginada a través de los libros, una ciudad de la que uno se apropia leyendo”.
Ítalo Calvino.
qué cierta la frase de Calvino.
ResponderEliminarCuánta verdad en todo el relato. Flaner es un término que también destaco, eso sí, no tenía novedades de su estrecha relación con Balzac. El libro me lo apunto.
El libro vale la pena Rochitas. Gracias por pasar.
ResponderEliminarYo también me apunto el libro, y también me robo el término "flâner" que desconocía. Y pienso en Paris (ciudad que desconozco y con la que sueño), y pienso en San Telmo (y en sus calles, que sí he recorrido con los ojos de un flâner...y sé, que tienen sus propios encantos, que conservan intacta su poesía, pero también sé que puedo caminar con el ojo de Balzac llevándolo a cada lugarcito que tenga el agrado de visitar...
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