miércoles, 25 de mayo de 2011

Nube

A Victoria le han dicho desde siempre que es el fruto de una lucha. Sus padres pelearon intensamente por tenerla, sobre todo su padre. Sin embargo ella dice no llamarse así, internamente se autoproclama con otro nombre. Busca en su corazón, en su memoria, en algún recóndito lugar de su alma una voz interior que le diga con ternura, sin ningún atisbo violento, que se llama Nube. No comprende porque eligió ese nombre, pero presiente que en alguna otra vida se llamaba así. Lo confirma todas las tardes de otoño, su estación favorita, cuando se sienta insistentemente en los confines del patio trasero de su casa y mira el cielo, invadido por gigantescos algodones color acero. Busca formas, rastrea olores y sensaciones que le permitan sentirse cerca de ese mundo que se creo para ella.
Llora escuchando a Piazzolla. No puede explicar a ciencia cierta porque, la nostalgia la invade, la corroe por dentro. No es el tango, es el fantasma gris de Astor que ella cree circunda su cuarto.
Ciertas tardes especiales de Abril cierra los ojos, huele el aroma de la tierra húmeda del patio, escucha el sonido de los arboles, siente el respaldo firme de la silla que acomodó en el medio exacto de la geografía de su jardín y piensa en Piazzolla, pero sobre todo lo escucha interpretar Adiós Nonino. Aprieta fuerte los parpados para no sucumbir a la tentación de abrir los ojos y diez minutos después al romper la oscuridad bruscamente cree ver la vida codificada en largas partituras de piano. Las notas pululan en el aire, se esconden detrás de los arboles, revolotean por encima de las masetas de su madre y ella llora de la emoción.
Lo único que la hace enojar profundamente es la salida del sol. Si él sale, las nubes dejan de ser grises, se corrompen con numerosos colores que les son ajenos. Ella que comparte su nombre con las otras cree saber mejor que nadie como debieran ser esos frisos esponjosos que cuelgan en el techo de nuestras cabezas.
Nube o Victoria esta perdida, esperando que alguien la encuentre.
Nube o Victoria sabe internamente que su vida no es “su vida”, es más bien otra, que alguien eligió por ella. No esta segura quien fue ni cómo lo hizo, pero espera que el fantasma de Astor se lo diga.
Nube o Victoria presiente que su historia es la de una derrota. Que cala tan hondamente en ella como en los ríos de la Nación a la que pertenece.  
Nube o Victoria cierra los ojos una noche más sabiendo que va a volver a soñar con violines y bandoneones.

Rodka.

3 comentarios:

  1. OMG!!!!!!!!!!!
    Perdón por la expresión cliché, pero dejando un poquito de lado la analogía metafórica entre el personaje construido y la "Victoria" como tal...¡me siento Nube!, es decir...fue demasiado, demasiado semejante...el retrato que hiciste, a lo que es, gran parte de mi vida. Hasta le acertaste tácitamente con lo de las masetas de mamá...¡ay! qué bello leer esto.

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  2. Y no estoy inventando eh...mirá! http://www.fotolog.com/valewaldisperg/27703546, y Adios Nonino...ohhhh, me puede!!!! Y las nubes, los días nublados...son los mejores para fotografiar, y también, en muchas ocasiones...los prefiero a los soleados. Aunque mi amor sea de la noche...

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  3. Me pone contento que te hallas sentido identificada, porque eso hace que lo narrado tuvo algo de similitud con la realidad y no hay nada más lindo que proponer historias reales con personajes que crean sus propios mundos, con sus reglas e ideales.

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Susurros de otros mundos